martes, 24 de marzo de 2009

Puntuación no refleja las pausas ni las entonaciones

La RAE y muchos connotados gramáticos y profesores de todas las latitudes afirman, con mucha seriedad, que los signos de puntuación nos indican pausas obligatorias; que la puntuación pretende reproducir la entonación de la lengua oral; que la coma es un signo que nos señala una breve pausa dentro del enunciado; que el punto señala la pausa que se da al final del enunciado y que el punto y coma señala pausas más amplias que la coma.

http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000015.nsf/(voanexos)/arch7E8694F9D6446133C12571640039A189/$FILE/Ortografia.pdf

Sin embargo, ¿es así?

Por ejemplo, una oración tan común como esta no lleva signos de puntuación más que el punto al final: “El principal problema de los resultados obtenidos recientemente por Alan García en las encuestas es que pueden hacerle creer que está haciendo las cosas bien.”. Y puede ser pausada por cada individuo de maneras distintas. Estas son algunas de las posibilidades:

El principal problema / de los resultados obtenidos recientemente por Alan García en las encuestas/ es que pueden hacerle creer que está haciendo las cosas bien.”

El principal problema de los resultados obtenidos/ recientemente/ por Alan García en las encuestas/ es que pueden hacerle creer que está haciendo las cosas bien.”

El principal problema de los resultados obtenidos/ recientemente/ por Alan García en las encuestas/ es que pueden hacerle creer/ que está haciendo las cosas bien.”

etc.

Si bien en la antigüedad grecolatina, una de las funciones de la puntuación era transcribir o reproducir las pausas en la lectura oral, esto ha cambiado. La puntuación sirve más que todo para organizar la información y desambiguar interpretaciones, lo que ayuda al lector a comprender el texto que lee. Es un recurso propiamente de lengua escrita y no pretende ser una copia de la lengua oral. Como dice Cassany, “al relacionar puntuación con entonación caemos en una confusión teórica de fondo, que a la larga, termina desorientando al aprendiz y distrayéndolo de las auténticas funciones de la puntuación”. En el ejemplo anterior, habría tantas pausas o entonaciones distintas por cada lector, que eso se vería reflejado en la escritura, pues hubo un maestro que le dijo al estudiante que la puntuación marca las pausas. Por lo tanto, tendríamos varias comas dentro de una oración que no debe llevar comas (y de varias formas además, como la incorrección de separar sujeto y predicado). Esto lo hace el aprendiz porque piensa que el sujeto, por ejemplo, es muy largo, y merece una pausa o respiración antes de pasar al predicado, como si el texto escrito estuviera destinado siempre a ser leído en voz alta y los recursos escritos dependieran siempre de la lengua oral. El alumno cae en una confusión provocada por la misma escuela: separa sujeto y predicado innecesariamente e interrumpe incorrectamente unidades sintácticas y semánticas que están relacionadas. En suma, la función de la puntuación en la escritura no se subordina a una mera trascripción de la oralidad, sino a una ordenación sintáctica y semántica que obedece a la naturaleza del código escrito.

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